Estos cuentos son, en general, ficción breve que se presentan con humildad, ligereza, variedad, y sobre todo dejando algo escondido para quien desee profundizar una búsqueda que, en varios casos, simplemente queda planteada.
Nadie que pertenezca a las generaciones oriundas de Latino América que han leído a Borges, García Márquez, Paz, Fuentes, Mujica Láinez, Cortázar, Dolina o Soriano, podrá decir jamás que sus manos al escribir no han recibido influencia de esas soberbias lecturas anteriores. Aquí, en algunos casos, esa influencia se deja traslucir ex profeso.
Salvando todas las distancias imaginables se presentan aquí cuentos que ensayan, la mayoría en una segunda o tercera parte, un posible desenlace, pero que no es ni único ni obligatorio.

“Meditó qué hacer con lo que sabía durante todo el viaje, pero ni bien llegó a su casa consideró que no debía hacer pública la cantidad de datos que le había pasado su viejo y querido amigo Pepe.
Entrando en su casa gritó con toda su voz: “Grande Yiye”, y con una sonrisa agregó: “Ah, hoy reviviste, … hoy estuviste de regreso con los cumpas armando El Abuso, que para estas cosas se hizo”

 

Autor:

Roberto A. Saunero

El escribir un cuento, dado que no es otra cosa que un instante, una fotografía o un destello, resulta grácil en tanto breve y conciso por lo que, encontrado el tema , resulta un deleite pasearse por él zigzagueando en el baile de los personajes y mezclándose o tropezándose con ellos en el diminuto espacio de un par de hojas.
En el decir de James W. Marckiewicz, veterano senador norteamericano, el político y el cuentista se asemejan en la rapidez, cintura y desparpajo con que elaboran sus argumentos para desdecirlos inmediatamente a la vuelta de la página.
En este libro se encuentran encerrados unas decenas de personajes que, naturalmente imposibilitados de escapar de él, no les queda sino resignarse a ese baile citado en el que buscan a veces su felicidad, a veces su redención y a veces su propia muerte. Y lo hacen con inocencia, con delirios y algunas veces con humor.

 

Puro cuento II - Si vous n'avez rien à me dire...

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Estos cuentos son, en general, ficción breve que se presentan con humildad, ligereza, variedad, y sobre todo dejando algo escondido para quien desee profundizar una búsqueda que, en varios casos, simplemente queda planteada.
Nadie que pertenezca a las generaciones oriundas de Latino América que han leído a Borges, García Márquez, Paz, Fuentes, Mujica Láinez, Cortázar, Dolina o Soriano, podrá decir jamás que sus manos al escribir no han recibido influencia de esas soberbias lecturas anteriores. Aquí, en algunos casos, esa influencia se deja traslucir ex profeso.
Salvando todas las distancias imaginables se presentan aquí cuentos que ensayan, la mayoría en una segunda o tercera parte, un posible desenlace, pero que no es ni único ni obligatorio.

“Meditó qué hacer con lo que sabía durante todo el viaje, pero ni bien llegó a su casa consideró que no debía hacer pública la cantidad de datos que le había pasado su viejo y querido amigo Pepe.
Entrando en su casa gritó con toda su voz: “Grande Yiye”, y con una sonrisa agregó: “Ah, hoy reviviste, … hoy estuviste de regreso con los cumpas armando El Abuso, que para estas cosas se hizo”

 

Autor:

Roberto A. Saunero

El escribir un cuento, dado que no es otra cosa que un instante, una fotografía o un destello, resulta grácil en tanto breve y conciso por lo que, encontrado el tema , resulta un deleite pasearse por él zigzagueando en el baile de los personajes y mezclándose o tropezándose con ellos en el diminuto espacio de un par de hojas.
En el decir de James W. Marckiewicz, veterano senador norteamericano, el político y el cuentista se asemejan en la rapidez, cintura y desparpajo con que elaboran sus argumentos para desdecirlos inmediatamente a la vuelta de la página.
En este libro se encuentran encerrados unas decenas de personajes que, naturalmente imposibilitados de escapar de él, no les queda sino resignarse a ese baile citado en el que buscan a veces su felicidad, a veces su redención y a veces su propia muerte. Y lo hacen con inocencia, con delirios y algunas veces con humor.